viernes, 28 de agosto de 2015

DOS VIDAS QUE DIOS UNIÓ


En febrero de 1982, un asesinato conmociono a una localidad de Puerto Rico. Una madre de familia de 32 años de edad fue acribillada por un enfurecido hombre que termino suicidándose. Al otro día, la prensa aclaro los pormenores del cruel  asesinato, que marco a Jannette y O nix. Dos perfectos desconocidos que crecieron en medio de la delincuencia y el terror, y que después de muchos años unieron sus vidas con el favor de Dios.

Esta tragedia se inició en 1972 en la ciudad de Villalba, cuando los padres de Jannette Maldonado Díaz, de solo cinco años de edad, decidieron separarse y rehacer sus vidas. Al cabo de unas semanas, su madre pretendida por el director de la escuela donde ella laboraba como cocinera, y en menos de un año formalizaron su relación y se casaron. Por esta razón, Jannette y sus dos hermanos mayores se mudaron a la ciudad de Poce, ubicada en la zona de la isla, donde cohabitaron con el nuevo integrante de la familia.

Después de unos meses de mutua convivencia, el padrastro de Jannette dejo de relucir su verdadero rostro y su temperamento estricto y autoritario, que bajo los efectos del alcohol y los celos enfermizos dejo enormes huellas en su esposa y toda su familia.

“Él era tan fuerte y robusto que alzaba del cuello de mi madre y la agarraba a golpes o la lanzaba contra la pared… nosotros éramos muy pequeños y no tuvimos la suficiente fuerza para ayudar a mi madre. Sentíamos una gran impotencia al no poder defenderla”, recuerda Jannette.

Varios años después, en octubre de 1981, la madre de Jannette, visiblemente cansada por todos los maltratos, decidió poner punto final a la violencia en su hogar; entonces, cogió un palo y golpeo a su verdugo cuando este intento lastimarla por enésima vez. Al instante, el hombre, ensangrentado, huyo, pero la amenazo y le dijo que volvería.

Desde aquel día, hasta los primeros meses de 1982, la mujer fue acosada en su trabajo por medio de constantes llamadas telefónicas: le advertían que le quitarían la vida. Desesperada ante la posibilidad de que el desalmado la matara, alerto a sus tres hijos, entre Jannette, para que se cuidaran y se mantuvieran juntos si algo le sucediese.

“si no eres para mí, no serás para nadie!, le reiteraba su exmarido.

Las intimidaciones se convirtieron en una terrible realidad de la noche del 27 de febrero de ese mismo año, fecha en que el abusador, totalmente alcoholizado, ataco a su víctima y la mato de tres disparos en presencia de Jannette, y de sus vecinos. La escena no pudo ser mas perturbadora para ella, al observar el rostro de aquel hombre que dominado por la furia y la confusión termino disparándose en la sien.

“Ver morir a mi madre fue algo tan terrible que no quiero que alguien pase por esto… No es lo mismo tener una madre enferma y verla morir a que te la arrebaten en cuestión de segundos”, narra.

EL PEQUEÑO ASALTANTE

Después del episodio sangriento que trastorno la vida de los tres huérfanos, la prensa se encargó de divulgarlo en toda la población de puertorriqueña con el titular: “Director de escuela mata a chilla”; el artículo fue leído por miles de personas, incluido un pequeño llamado Onix  Martinez  Figueroa, de 8 años más de edad, quien por ese tiempo empezó a cometer asaltos y a involucrarse en la venta de drogas.

“Mis padres no pudieron darme lo que quise, por eso puse mi mirada en el mundo de las drogas, pensando que tendría ropa y dinero; y así fue…” recuerda Onix.

El nació en noviembre de 1974 en Ponce y recuerda cómo se inició en este submundo, vendiendo heroína, cocaína y marihuana a todo tipo de adictos de los barrios bajos y de la alta sociedad puertorriqueña.

Por esta venta ilegal fue arrestado y llevado a la cárcel de Guayama, al sur de Puerto Rico, pero por tener 13 años de edad lo pusieron en libertad en cuestión de horas. Esta oportunidad empujo a Onix a abandonar los estudios e involucrarse mucho más en este ambiente hostil, hasta convertirse en un adicto.
“Mi padres siempre me dijeron que cuando yo cayera preso nunca irían a verme”, recuerda Onix.

Con 15 años de edad, Onix y el grupo de vendedores que lo acompañaban defendieron su territorio y desafiaron a los delincuentes con los que se disputaron el control de los puntos de venta de droga en los barrios y residencias de la ciudad marítima. En estos enfrentamientos, por poco Oniz pierde la vida, como cuando fue a comprar cervezas en un conocido bar en Aguadilla, donde un matón le puso un revolver en la cabeza y lo amenazó con matarlo si no salía de sus espacios de venta. Otras veces le dispararon a una distancia bastante corta, pero ni una bala lo alcanzo.

En otra ocasión fue un interceptado y perseguido por toda la carretera, hasta que el automóvil en el que iba choco contra un poste de alumbrado público y tras el fuerte impacto quedo partido en dos. El vehículo quedo hecho trizas, pero Onix salió parcialmente ileso del accidente, pese a no tener puesto el cinturón de seguridad.

“Me han disparado hasta once balas. Todas dieron en la pared o el piso, pero ninguna me cayó… Dios me guardo la vida, porque sabía que yo predicaría su palabra” dice Onix.

LOS HUERFANOS

Mientras esto sucedía en la vida del pequeño delincuente, Jannette  y sus dos hermanos salieron de la casa donde se produjo la tragedia y fueron puestos a disposición de las autoridades y al cuidado de sus tíos maternos. Unos meses después ubicaron a su padre, pero este se negó a encargarse de todos, por lo que le dieron la custodia a la abuela materna. Ella los crio en la misma ciudad de Ponce, en la zona donde ocurrieron los hechos.

Con los años, se hicieron adolecentes y escogieron una forma de vida muy distinta. Su hermana mayor estudio una carrera universitaria, mientras que su segundo hermano mostro cierta rebeldía y se refugió en la música heavy metal y en el ateísmo. Entretanto, Jannette, con 19 años de edad, empezó a estudiar enfermería, pero en el trascurso de sus clases conoció a un muchacho y concibió a su primera hija. Sin embasrgo, la relación con el padre de la criatura duro mucho menos que un temblor de la tierra, porque en un riña en la que la  abofeteo; entonces, Jannette lo botó de su casa para siempre.

“la muerte de mi madre causo tal trauma que no permitir que nadie me maltratara a mi o a mi nena… yo no pensaba vivir así”, señala.

A partir de ese instante, Jannette no se comprometió con nadie más, hasta que conoció de Onix y su azarosa vida de delincuencia y la drogadicción, así como de su posterior rehabilitación en los caminos de Dios. A los más tarde, ambos se unieron en matrimonio.

APRESADO
En agosto de 1991, Onix nuevamente fue capturado por la policía, tras cometer un asalto a mano armada. A los 17 años de edad, lo sentenciaron a dos años y medio de prisión en la cárcel. Las cucharas, ubicada en Ponce. Tres meses después de su encierro, la gloria divina se manifestó ante él, gracias a la predicación de un anciano que anuncio a Cristo en los pabellones del hacinado penal. Onix escucho el mensaje y se entregó  en medio de otros reclusos que no comprendieron su acción.

Pocas semanas después de su conversión, Onix repitió la labor de aquel hombre de Dios y cristianizo a muchos sentenciados como él. Su centro de reuniones fueron los amplios pabellones y plazuelas del centro penitenciario, donde predico, oro y aconsejo a todos sus compañeros de celda con la palabra del señor.

Al concluir su pena en 1994, Onix fue puesto en libertad y se congregó en una iglesia evangélica de su ciudad, donde conoció mas del señor y de su palabra. A su vez, concluyo sus estudios aplazados e inicio relación amorosa con Jannette, que por ese tiempo tenía 26 años.

En 1997 contrajeron matrimonio y Jannette empezó a sufrir complicación en su embarazo llamado preclamsia, que le hizo abortar en tres ocasiones. Al cuarto intento, fue sometida a un tratamiento extremo que aisló del mundo exterior, sin aparatos eléctricos y sin ningún rayo de luz natural o artificial que perjudicara su salud.

Solo los médicos y Onix fueron su único auxilio.

En medio de esa soledad, Jannette empezó a ser ministrada por su esposo y por un creyente que fueron a visitarla. A los siete meses de gestación alumbro su segunda hija y tuvo una experiencia divina en la que el señor se reveló y la consoló de su sufrimiento. Al ser dada de alta, se entregó a cristo en una iglesia de Movimiento Misionero Mundial, donde empezó a congregar desde mayo de 1999.

En la actualidad Onix, Jannette y us tres hijas, Yanirna, Naomi y Thamar, radican en la misma ciudad que los vio crecer y donde vivieron más de una adversidad. Onix sigue evangelizando en las carcels como en sus inicios y Jannette ya no vive más del pasado, sino fija su mirada en el presente y su futuro. Confía en el amparo del creador, quien los cuida de cualquier desgracia.




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